viernes, 11 de junio de 2010

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CIELITOS RESTRINGIDOS







La carretera. El calor. La lluvia. La ballena borracha. El silencio. Toda la carretera estaba llena de poemas de Marciana escritos con lápiz labial rojo, violento. Roto. El silencio. Lo último que supimos de Marciana y Highway 34 fue que se robaron un camión tanque de gasolina y por donde pasaban provocaban un incendio. El silencio. El incendio del silencio. La lluvia. El silencio. La lluvia. El incendio del silencio. La lluvia. El silencio. La lluvia. La carretera. Por donde pasaban dejaban la huella de los labiales en el reflejo de la mañana, en la lluvia, en los billares, en los wc, en la hierba, en las nubes, en el olor de los días y al final, como siempre, se quedaban con las manos vacías. Se quedaban al borde de la carretera pensando, puta vida, que la mañana, la hierba, el humo, el olor de los días pasaban por entre sus dedos como agüita invisible, un agüita que iba borrando el color de sus cuerpos para siempre de la página absurda y abierta del calor. Mierda. Un poco de whisky. Un cigarrillo. Un labial. Highway mi amor. Marciana mi amor. No hables
hoy soy una aspirina
tal vez una anfetamina
me falta un tornillo
y seguramente se me ha perdido en tu caja de herramientas....


r. chaparro




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